¡Intermediados de todo el mundo, unìos!

Intermediati di tutto il mondo, unitevi!
Intermediated of the world, unite!
Intermediados del mundo, unìos!
Intermediados do mundo, uni-vos!
Intermédiés de tous les pays, unissez-vous !

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Versão em português (coming soon)
Version française (j’espère que ça arrivera bientôt)
Deutsche Version (hoffentlich kommt es bald)


      1. La revolución industrial, el conflicto de clases y sus soluciones

La revolución industrial condujo a una profunda reorganización social con respecto a la economía predominantemente agrícola previa. El poder económico, muy concentrado, condicionó el poder político. En los Estados Unidos, los así llamados robber barons, gracias a su control sobre el acero y el petróleo, fortalecieron su poder económico al controlar en gran medida la economía y la sociedad . Nació la clase obrera de los trabajadores asalariados, y con ella el conflicto con los capitalistas que eran dueños de los medios de producción. La presión del mercado se ejerció sobre los trabajadores que a menudo vivían en los límites de la subsistencia y se intensificaron los conflictos sociales que a veces daban lugar a movimientos violentos. Los ricos oligarcas condicionaron la información, el poder político y el poder judicial.

Gracias al poder que tenían, no mitigado por las instituciones y las reglas de protección, el capital acumuló valor añadido en detrimento de los trabajadores.

Desde mediados del siglo XIX y durante la mayor parte del siglo XX, el mundo se dividió sobre la base de soluciones alternativas al conflicto en la distribución del valor entre capital y trabajo.

El paradigma de este conflicto se resumió en las palabras finales del Manifiesto comunista de Marx y Engels, que terminaron con la famosa frase “¡Trabajadores del mundo, uníos!”.

Una respuesta de los estados socialistas fueron las empresas estatales, desconectadas del mercado, para aislar la presión sobre los salarios, junto con una regulación estricta de las relaciones laborales mediadas por el Partido. En Occidente prevaleció un modelo de regulación más articulado que vio el surgimiento de instituciones como los sindicatos con su derecho de huelga; intervenciones legislativas que definen los derechos mínimos e incompresibles para los trabajadores en materia de trabajo, jubilación y salud; la posibilidad progresiva de participación de los trabajadores en la propiedad generalizada de las empresas; el nacimiento de la Autoridad Antitrust para mitigar el poder económico y con él la influencia de los poderes económicos en la política. El modelo occidental que salió victorioso después del final de la utopía soviética es, sin embargo, puesto contra las cuerdas por la revolución digital y necesita un replanteamiento o, al menos, algunas intervenciones significativas.

      1. Computadoras: de dónde venimos, a dónde vamos.

La investigación básica conduce a desarrollos en física que a su vez se incorporan a los dispositivos electrónicos que utilizamos todos los días. La famosa ley de Moore prevé un crecimiento exponencial de la capacidad de procesamiento, archivo y comunicación, gracias a una duplicación periódica de la relación rendimiento / precio de los dispositivos electrónicos, motivada en la capacidad de crear componentes base cada vez más miniaturizados. El costo marginal de procesamiento, archivo y comunicación es por lo tanto (o rápidamente) sustancialmente nulo y las posibilidades enormemente mayores. La inteligencia artificial es la terminología acuñada para identificar el producto del crecimiento exponencial de las posibilidades de procesamiento; Big Data para identificar las inmensas posibilidades de almacenamiento; Internet de las cosas para la posibilidad de interconexión. Todo esto en un juego sinérgico, de modo que a una velocidad cada vez mayor, los dispositivos cada vez más baratos se propagan e interconectan cada vez más; los datos relacionados se adquieren y archivan, analizan y procesan. Algunos visionarios creen que llegará el momento en que las máquinas tendrán capacidades superiores a las de un ser humano y que los seres humanos incluirán ampliamente piezas electrónicas para restaurar o aumentar sus posibilidades. Este momento de convergencia humano-electrónica es llamada singularidad. Que este crecimiento exponencial pueda continuar el tiempo suficiente para alcanzar la singularidad es, sin embargo, un acto de fe. La hoja de ruta del ITRS (International Technology Roadmap for Semiconductors – Hoja de ruta internacional de tecnología para semiconductores) es el plan de desarrollo definido por los fabricantes de productos electrónicos y establece en 2021 el año en que se alcanzará el límite físico de miniaturización. La miniaturización de los componentes electrónicos no puede ir más allá debido a la interferencia cuántica en las dimensiones atómicas. Los singularitarios responden que este muro será superado y que el desarrollo exponencial continuará gracias a la invención de algo aún inimaginable. Este es el acto de fe.

Inclusive si no se lograrà la singularidad, los efectos en la sociedad serán muy significativos. Una vez que se habrà alcanzado el límite físico de desarrollo, la competencia que ya no se puede expresar en ganancias de rendimiento se expresará en reducciones de precios y los dispositivos electrónicos impregnarán el mundo de una manera enormemente superior a la actuala un nivel hoy inimaginable. Nuestra capacidad para acceder a nuestros sistemas informáticos, el almacenamiento de nuestros datos y su detección y comunicación ya no se limitará físicamente a nuestros dispositivos, sino que se extenderá. Nuestra “computadora” será definida por nuestra capacidad para acceder a estos datos y procesamiento generalizados, al reconocer nuestra identidad (el activo competitivo más extremo), donde sea que estemos. Desde la computadora en nuestra mesa, pasando por la computadora en nuestros bolsillos, llegaremos, literalmente, a vivir en una computadora. Gracias al costo marginal cero, todo lo que se puede calcular, lo será; todo lo que se pueda detectar y archivar, lo será. Todo lo que pueda estar interconectado, lo será.

      1. Donde estamos

Todo esto ha producido una aceleración en los últimos doce años, con el desarrollo de las redes celulares inalámbricas; en un círculo virtuoso aumentan de posibilidades alimentada por la sinergia de aumento de la capacidad de procesamiento del servidor de las capacidades de la red de transmisión, la capacidad de procesamiento de computadoras de bolsillo (smartphones). Todo esto acompañado por una velocidad de difusión de medios técnicos sin precedentes, por una democratización del acceso a las tecnologías. En cada sistema donde se introduce información, la entropía disminuye y el sistema se optimiza. Nuestra capacidad para resolver problemas, para optimizar el uso de los recursos, ha aumentado enormemente en los últimos años. Tan solo se piense en la disponibilidad de información y la posibilidad de colaboración de investigadores en los campos médico, energético o alimentario; optimización del transporte y la logística gracias a los sistemas de navegación con total coordinación y conocimiento; al control de detalle de producción y reducción de inventarios; a la desmaterialización de muchas actividades, reduciendo el impacto material en el planeta.

Durante más de diez mil años, el mundo ha experimentado cambios drásticos pero mucho más lentos de los que estamos viviendo hoy, requiriendo varias generaciones para desarrollarse, lo que permitió a la sociedad comprender y adaptarse (incluso si a veces la adaptación fue violenta).

En este caso, este desarrollo de la economía intangible fue repentino. Parecería que la divina providencia intervino en un mundo que consume recursos materiales a un nivel muy superior a las posibilidades de mantenimiento, ofreciendo una herramienta de optimización incomparable.

Todos los sectores humanos se ven afectados y tantas complejidades que hoy enfrentamos están enraizadas en estas razones.

      1. Fenómenos macro de la dimensión inmaterial

Hablo de dimensión material y dimensión inmaterial y no de mundos reales y virtuales. No son mundos sino dimensiones porque cada actividad humana previamente basada en instrumentos y relaciones materiales es tocada en cierta medida por la inmaterialidad. Excepto para algunos casos de sustitución completa de actividades materiales anteriores con un nuevo modo totalmente inmaterial, en general, el inmaterial no excluye el material sino que lo complementa, de la misma manera en la cual la longitud no es una alternativa a la anchura pero se complementan. Y todo es muy real, no virtual. El término “virtual”, del latín medieval virtualis, trae consigo una connotación de potencialidad no expresada. Pero esta dimensión inmaterial, en la que tienen lugar las relaciones sociales, económicas y políticas de las personas, es muy real, no potencial ni inexpresada.

Las reglas básicas del funcionamiento de la dimensión inmaterial son muy diferentes de las de la dimensión material. En la dimensión material tradicional, producir, reproducir, almacenar, transferir y manipular tiene costos significativos (impacto económico y ambiental). En esta reciente dimensión inmaterial, estos costos son marginales o cero. La materialidad está intrínsecamente desconectada ya que está compuesta de objetos que no se comunican entre sí; sus fricciones tardan en superarse, causan desgaste y los rendimientos tienden a disminuir. Lo inmaterial, que está intrínsecamente conectado, se caracteriza por la realimentación en tiempo real (y por lo tanto la posibilidad de recopilación de datos, análisis, personalización y adaptación), la falta de desgaste y la posibilidad de rendimientos crecientes.

Excepto en casos de gran estandarización y repetitividad, asistidos por máquinas específicas, el trabajo en la dimensión material es llevado a cabo por personas que, para trabajar, necesitan herramientas de producción, insumos, ciclos de descanso y ocio. Con la revolución industrial, esto llevó a la definición de turnos de trabajo y desplazamientos para llevar a cabo la actividad, con los consiguientes impactos en la estructura de las ciudades, el comercio, etc.

Un trabajo que se puede hacer en la dimensión inmaterial, si es repetitivo, puede ser hecho por máquinas que no conocen los cambios; si con componentes de creatividad y relacionalidad puede ser hecho por personas de cualquier lugar, también beneficiando del efecto de las zonas horarias para cubrir el día.

El cordón umbilical digital que une a las partes en una relación inmaterial viene explotado para actualizar el producto / servicio provisto de lanzamientos frecuentes y personalizado gracias a la adquisición y el conocimiento de los datos. Esta personalización llega hasta el individuo, induciendo nuevas preguntas sobre la disponibilidad de los datos como un activo competitivo, con la extrema reducción de la información disponible en común.

Hasta ahora, la información disponible en común a una comunidad siempre ha sido un factor importante para mantener la armonía y la cohesión, llegando a la definición de verdaderos y proprios ritos sociales. Con la personalización individual del flujo de información, el rol de los medios de información de actuar como un metrónomo social, es erosionado. La personalización de la información recibida, con los actuales incentivos para los que proporcionan los algoritmos, determina la exclusión de la información no deseada y el aumento de los que reciben el tipo de mensaje de confirmación de sus propias creencias y prejuicios, favoreciendo las así llamadas “filter bubbles” (burbujas de información filtrada) la adquisición de información agradable, independientemente de su nivel de verdad y corrección. Los costos marginales nulos en la producción y divulgación de información eliminaron las barreras de costos que constituían una fricción para su creación y circulación; una reducción en las barreras potenciales que constituían una barrera para la diseminación de la información ha determinado una multiplicación de la difusión de noticias falsas que alimentan las filter bubbles por órdenes de magnitud. La accesibilidad a la información sobre cualquier tema, incluso sobre temas especializados, limitada primeramente a los expertos, es ahora ubicua a coste cero alimentando la percepción de una reducción extrema de la distancia entre los expertos, aficionados y lectores ocasionales. Esto provoca un aplanamiento de las jerarquías de percepción que conduce a la trivialización de la experiencia, un efecto multiplicador sobre los algoritmos de intermediarios de la información cuya función objetivo no es la distribución de información correcta, sino la maximización del tiempo dedicado por los usuarios de sus servicios en línea. Que este tipo de fenómenos afecte a la política es bien conocido: lo vemos cotidianamente en la animosidad y las interacciones enfáticas (también determinadas por la impulsividad favorecida por el tiempo real y una percepción errónea de anonimato favorecido el aislamiento y la mediación instrumental de la comunicación). Los efectos en el resultado electoral son menos conocidos a pesar de que Facebook ha llevado a cabo experimentos sociales que han demostrado que puede influir en la tasa de participación en el voto y recientemente Zuckerberg en un escrito enviado al Parlamento Europeo dijo que no era capaz de garantizar que la red social no se utilizase en manera de producir efectos manipuladores sobre el progreso de la votación.

La propiedad privada, la base del modelo occidental de respuesta a los desafíos de la industrialización, tiene sus raíces en las propiedades intrínsecas de la materialidad en que los bienes son rivales y excluibles. En consecuencia, los activos son portadores de derechos, inmunidades, facultades y privilegios definidos y codificados en leyes basadas en rivalidad y excluidibilidad. Todo el sistema legal también se basa en estas dos características.

El control de los activos en la dimensión inmaterial no se realiza sobre la base de rivalidad y excluidibilidad. Una información, una vez comunicada a un tercero, no disminuye la posibilidad de disfrutarla por parte del comunicador. El aforismo del presidente Thomas Jefferson es famoso: “Quien recibe una idea de mí, adquiere conocimiento sin disminuir el mío; cómo quien enciende su vela con la mía recibe luz sin dejarme en la oscuridad”.

Para poder mantener el control y replicar rivalidad y excluidibilidad, un servicio / bien intangible no es colocado en la plena disponibilidad del receptor como ocurre con con los bienes materiales, pero a menudo, si el mercado y el business model lo permiten, se dispensa en modo conectado con un control centralizado que maneja su accesibilidad por parte del usuario y siempre acompañado de un contrato que regula con detalle los derechos, inmunidades, poderes y privilegios, los cuales, en una pulso en gran medida asimétrico, siempre favorece a los que proporcionan los bienes / servicios en comparación con aquellos que los disfrutan. En la dimensión inmaterial, la propiedad privada, para los usuarios, no existe.

      1. Feudalismo tecnológico

A partir de los años 90 del siglo pasado, mientras que los primeros gemidos exponenciales de las tecnologías digitales (cálculo, archivo, comunicación) comenzaron a ser perceptibles, la política decidió favorecer su desarrollo. Se habló de una sociedad de la información con la idea -correcta- que habría tenido un impacto menor en los recursos del planeta que un modelo de desarrollo basado en una economía material. Se han adoptado normas asimétricas para promover la competencia y con ella el nacimiento y el crecimiento de operadores de telecomunicaciones y proveedores de servicios alternativos. Las modalidades de monetización no eran claras, tampoco los modelos comerciales, ni tampoco los tiempos en que se alcanzaría una masa crítica capaz de sostener una economía inmaterial. Poco a poco estas nubes se han reducido. La masa crítica se ha alcanzado hace varios años y con ella los modelos de negocio y las posibilidades de monetización se han vuelto muy claros.

Por elección, no se introdujeron reglas favorables a la competencia porque se creía que se ralentizaría y posiblemente detendría el desarrollo. Se introdujeron reglas con respecto a la propiedad intelectual y la violación del sistemas, la responsabilidad editorial, la protección de menores y las investigaciones de justicia, pero no en términos de contestabilidad de los usuarios y competencia.

Los operadores han aprendido a tomar ventaja de esta regulación en su beneficio usando las leyes de propiedad intelectual con el fin de imponer condiciones contractuales restrictivas para sus usuarios y mediante el aprovechamiento de los efectos de red para beneficiarse de los rendimientos crecientes (ganar el primer usuario, teniendo que convencerle, cuesta mucho más que no ganar el billonésimo usuario que reza para ser admitido a la interacción con los demás y espera nunca ser expulsado) y para introducir factores de bloqueo (restricciones de facto en los servicios) para limitar la movilidad de los usuarios.

Mientras que en otras industrias imponemos portabilidad del número de teléfono, crédito, préstamo bancario, medidor de electricidad o portabilidad de gas, para promover la competencia, esto no está previsto en la Internet.

En consecuencia, aquellos que conquistan la dominación mundial en un sector difícilmente pueden ser socavados. Intenten decirle a sus hijos que dejen Whatsapp para pasar a Indoona. Ellos nunca lo harán. En Whatsapp pueden interactuar con todos sus amigos; enviarlos a Indoona sería como condenarlos en una isla casi desierta. Lo mismo se aplica a los vendedores en respecto de Amazon, los hoteleros en respecto de Booking, los restaurantes en respecto de Thefork, los inquilinos en respecto de AirBnb, los conductores en respecto de Uber, y así sucesivamente. Cuando un operador está a punto de ganar en un segmento comercial, los inversionistas aportarán enormes cantidades de capital de tal manera que sea la opción de facto para ese sector. La competencia deja de ser EN el mercado, sino POR el mercado. No se compite en el mercado de corretaje de casas de vacaciones, sino para conquistar una posición de liderazgo absoluta e inquebrantable en un nicho de mercado.

Los costos de comercialización para adoptar un servicio son hoy la inversión más importante en un operador inmaterial, órdenes de magnitud mayores que los tecnológicos. No son operadores tecnológicos, son intermediarios del mercado que interceptan una parte del valor añadido que fluye entre los productores y los consumidores. Esto crea situaciones de monopolio u oligopolio en ambos lados, con intermediarios que dictan la ley y, por un lado, los consumidores intermediados, y por otro lado, los productores que deben someterse a las reglas para poder tener acceso al mercado (y que no los enoje, para no sufrir discriminación, de la cuál los intermediarios siempre se reservan contractualmente el derecho).

¿Cuántas personas saben que si una persona descarga un software y lo instala en un Macintosh, el pago va al fabricante del software, mientras que si se hace en un iPad o un iPhone, el 30% va a Apple? Lo mismo se aplica a un periódico, una canción, un libro sobre Apple, Android, Amazon. ¿O que el 25% del precio de la habitación va a Booking? – Prácticamente el 100% del margen del hotelero, que sin embargo debe pagar los costos de operación, el mantenimiento y – no es un detalle – lo salarios de los trabajadores. ¿Cuántos conocen las condiciones de trabajo de un conductor de Uber (que fija el precio de los servicios) o de Foodora? No quiero decir que estas no sean oportunidades para trabajos ocasionales que pueden constituir un ingreso suplementario para alguien en una etapa de la vida. Pero si dejan de ser ocasionales y se vuelven continuativa, sometido a una supervisión algorítmica del trabajo mucho más de profunda de lo que es posible en una relación de empleo tradicional, en este caso se plantea la cuestión de las asimetrías regulatorias que favorecen el tipo de actividad digital respecto a las formas tradicionale, inclinando el plano competitivo hacia intermediarios oligopolísticos / monopolistas inmateriales.

      1. Del lado de los monopolistas / oligopolistas inmateriales

Pongamos del lado de los monopolistas / oligopolistas inmateriales. Fueron muy buenos. Tenían una idea, una visión, una determinación, una capacidad de realización superior a sus competidores. Han ganado una posición dominante en un nicho de una nueva intermediación immaterial gracias a trabajo duro, grandes habilidades y el gran capital (al principio, hasta que fuese evidente para los inversores de capital riesgo que habrían sido los ganadores, tirando de la correa).

Ahora son monopolistas (o tal vez oligopolistas),

  • controlan mercados verticales en línea a nivel mundial, también determinando los precios en los mercados tradicionales y, por lo tanto, en el resto de la economía;

  • extraen valor intermediando consumidores y productores (de ambas las categorías tradicionales del conflicto capital / trabajo);

  • gobiernan el acceso al mercado a través del control de las plataformas (basado en contratos que imponen su fuerza contractual y explotan la protección de las leyes de propiedad intelectual), la capacidad de búsqueda y el orden en que se muestran las ofertas y, en algunos casos, verificando comentarios;

  • en algunos casos recaudan una intermediación sobre un precio, en otros a través de subastas que manejan ellos por un servicio que ofrecen ellos y en el que las ofertas son totalmente opacas;

  • se benefician de los efectos de red que reducen el costo de adquisición de clientes y explotan lockins que vinculan a los usuarios de migrar a otros competidores;

  • tiene una regulación que los exime de la responsabilidad de controlar los contenidos / ofertas;

  • pueden transferir los márgenes de un país a otro gracias a las regalías sobre propiedad intelectual y la ausencia de organizaciones estables en los países donde tienen clientes (haciendo un “regulatory shopping” eligiendo el lugar para pagar menos impuestos y erosionando la capacidad tributaria de los estados) );

  • benefician de economías de escala infinitas, gracias a costos marginales y / o costos variables nulos;

  • controlan el rendimiento de las actividades de los productores de valor (capital y trabajo) gracias a herramientas tecnológicas;

  • establecen condiciones de trabajo para relaciones ocasionales con un grado de control superior al que normalmente existe en las relaciones de trabajo tradicionales;

  • imponen unilateralmente condiciones de suministro no negociables a los prestamistas profesionales de bienes y servicios que ellos intermedian;

  • se benefician de la externalización y la flexibilidad de las relaciones con varios tipos de colaboradores, explotando la porosidad de los perímetros de las empresas determinada por la informatización de las actividades;

  • intermedian ofertas entre operadores no profesionales que reducen los derechos y protecciones de los consumidores, especialmente los más desfavorecidos;

  • influyen en la formación de la opinión pública gracias a los algoritmos que filtran la información presentada a los usuarios envolviéndolos en “filter bubbles“;

  • influyen en el pensamiento científico al financiar una gran cantidad de investigadores, líderes de opinión y políticos en todo el mundo;

  • limitan el acceso al mercado de futuros competidores potenciales a través de restricciones contractuales impuestas explotando las regulaciones sobre propiedad intelectual (tan solo se piense en las tiendas de aplicaciones);

  • superponen sus condiciones y términos contractuales a las leyes gracias a las propiedades intrínsecas de la inmaterialidad, los derechos / deberes / privilegios e inmunidades tradicionales de la propiedad privada;

  • se benefician del acceso a la financiación facilitada gracias al acceso privilegiado al mercado de capital de riesgo, con operadores que a menudo están interconectados en una red invisible de intereses administrados sinérgicamente,

y seguramente me olvido de otros aspectos …

      1. Revolución digital e Info-plutocracia

Estamos entrando en los méritos de un asunto que es puramente político. Entendiendo la política como a la herramienta para lograr objetivos futuros socialmente deseables.

Ya no podemos limitar el análisis al capital y al trabajo, también debemos incluir información y la revolución digital que lo expresa.

Podemos imaginar un futuro en el que, para cada actividad económica realizada por los fabricantes – capital y trabajo – el que controla la tercera variable, es decir, la información, sean pocos monopolistas / oligopolistas (monopsonistas / oligopsonistas) que extraen valor del control de la intermediación, presionando el capital y, por efecto inducido, el trabajo?

El capitalismo ha encontrado formas de vincular el trabajo y el capital que han superado el modelo socialista / comunista de colectivización de los medios de producción.

Tenemos una palabra para describir esta modalidad, que es exactamente “Capitalismo”.

En pocos años, el tradicional conflicto capital-trabajo ha sido envuelto y coronado por otro conflicto, en el que detiene la información, mediante el control de la intermediación, presiona en ambos.

En solo unos años, las 5 principales compañías en el mundo son operadores que basan su predominio sobre la intermediación de algún mercado vertical. Tres empresarios controlan un imperio económico superior al de muchos estados de la OCDE.

Estamos viendo una monopolización en el predominio de la importancia de la dimensión inmaterial sobre la dimensión material en el modo de creación y distribución de la de riqueza, con un aumento de los conflictos entre los intermediadores y los intermediados, con compresión de los derechos y garantías de amplias partes de la sociedad y con una creciente influencia política.

Una dominación que podríamos llamar “info-plutocracia”.

La info-plutocracia de los intermediarios se basa en un control centralizado de la información, tanto en términos de datos (cuyas implicaciones de privacidad son un epifenómeno) que de los procesos con que estos datos se recogen, procesan, comunican y utilizan. Pero es el modelo opuesto al que nació y se desarrolló la Internet. Durante largos decenios la Internet se basó en protocolos o reglas públicas, que quienquiera podía incorporar en su software; reglas que establecian las formas en que los ordenadores (servidores y clientes) tenían que comunicar y cualquier persona podría hacer que los clientes y servidores y competir. También el teléfono ha estado basado en mecanismos similares, desde los dispositivos (teléfonos, conmutadores, contestadores automáticos, etc.) a los equipos de red utilizado por los operadores y los servicios que se desarrollan en ellos. Algunos ejemplos conocidos por todos son los mensajes de texto y el correo electrónico. La decentralización se logra con una amplia variedad de servidores y clientes que interoperan y quienquiera puede enviar un SMS o un correo electrónico a cualquier persona sin preocuparse por el operador o servicio utilizado por su receptor. Ejemplo contrarios son Whatsapp, Facebook, Instagram, Snapchat, servicios centralizados en que sólo puede comunicarse mediante la adhesión a la misma plataforma, un servicio único, manejado por un solo operador mundial.

Este enfoque de cierre, una vez que se ha establecido el dominio planetario, reduce la competencia y reduce la biodiversidad de la infosfera, con los efectos de los cuales he hablado anteriormente. Lo contrario del espíritu de apertura y la máxima posibilidad de contendibilidad de los usuarios que dieron a luz e hicieron crecer Internet tan rápidamente.

Los efectos de la revolución digital se extienden a todos los mercados intermediados por los operadores de monopolio / oligopolio y monopsonistas / oligopsonistas, sea en linea que fuera de linea.

En resumen, el conflicto entre capitalistas y trabajadores inducido por la revolución industrial en los siglos XVIII y XIX se ha desarrollado en la relación entre el capital y el trabajo, con ideologías que han visto, después de muchas décadas, el predominio sobre el modelo socialista/comunista de un modelo de capitalismo de masa templado con reglas de protección y garantía; paralelamente se ha desarrollado el debate en el punto de equilibrio entre los lados políticos de derecha e izquierda .

El conflicto entre intermediarios e intermediados inducida por la revolución digital en el siglo XXI se desarrolla en la relación entre la información y la producción (entendida como combinado de trabajo y de capital) y está comenzando debate social entre un modelo de gestión de la información centralizado (como se ha desarrollado en años recientes, y apoyado por las grandes empresas de tecnología) y un modelo descentralizado promovido por algunas vanguardias (filosóficas, tecnológicas, políticas, etc.); paralelamente se dearrolla un debate con profundas diferencias entre aquellos que defienden los sistemas y los espacios cerrados y los que luchan para que están abiertos a mayor competencia y posibilidad de contestabilidad.

Revolución industrial

Relación Capital vs. Trabajo

Capitalistas

Trabajadores

Capitalismo de masa

Socialismo/Comunismo

Derecha

Izquierda

Categorías del siglo XVIII / XIX

Revolución digital

Relación Información vs. Producción (Capital y Trabajo)

Intermediadores

Intermediados (Capital y Trabajo)

Centralismo

Descentralismo

Cerrado

Abierto

Categorías del siglo XXI

o, representando a los conflictos en otra forma:

  • Conflicto precedente: Capital vs. Trabajo
  • Conflicto actual: Información vs. ( Capital y Trabajo)
      1. ¿Qué futuro queremos imaginar?

¿Por cuanto tiempo va a ser posible no detectar esta “info-plutocracia” y este nuevo conflicto entre intermediarios e intermediarios? Podremos permitir que se expanda por mucho tiempo, vertical tras vertical, a otros sectores económicos con la esperanza de que sea una nueva mano invisible a resolver los problemas? ¿Alguien piensa que es posible des-inventar las tecnologías digitales e Internet que es una expresión de ellas ? ¿O pensamos que sea posible una intervención política hacia objetivos socialmente deseables ? ¿Y qué tipo de intervenciones?

La reducción de los ingresos fiscales, la presión sobre los operadores tradicionales, el condicionamiento de las opiniones políticas, en realidad son sólo representaciones de puntos de vista diferentes de un mismo fenómeno: la prevalencia de la intermediación monopolista / monopsonista sobre las formas tradicionales.

Creo que no se puede responder solo aumentando los impuestos, como a algunos les gustaría hacer. Estos costos adicionales, salvo algunos casos, se transferirían a consumidores o productores.

En algunos casos se ha propuesto desarrollar “campeones del estado” (como un motor de búsqueda público, o una red social o una plataforma pública para los servicios comerciales de intermediación). En otros casos, también se propuso considerar las redes sociales como una infraestructura social no duplicable y alguien incluso propuso su nacionalización. Estas son hipótesis que nos recuerdan la respuesta soviética a las presiones de la industrialización a través de empresas estatales.

No creo que tales medidas con una fragancia totalitaria puedan funcionar; Creo que podrían generar más problemas en áreas adyacentes que los que se intenta resolver (desde el control social a las vulnerabilidades de privacidad y otros derechos fundamentales).

Creo que necesitamos responder cómo la sociedad occidental ha respondido a la revolución industrial: con más acciones en favor del mercado, lo favoreciendo una menor concentración de la información y la regulación de factores externos negativos. Creo que no hay que ceder a la lógica de la inevitabilidad de los sistemas cerrados y hay que ponerse con determinación del lado de la abertura.

Para hacer frente a la revolución digital necesitamos un amplio paquete de medidas que se basan en los mismos principios de lo que ya hemos hecho en el periodo de la revolución industrial: nuevas formas fiscales, innovaciones en el bienestar social, en los derechos de los trabajadores y de los proveedores profesionales, controles públicos y garantías para los consumidores y, fundamentalmente, más competencia, reglas procompetitivas, contendibilidad del usuario, interoperabilidad de los servicios, etc.

Pero esto no puede suceder sin una toma de conciencia de este nuevo conflicto de intermediación de la información por un lado, y de la producción (es decir, la capital y el trabajo combinado) por el tro, y sin que esta toma de conciencia se traduzca en una acción política.

Para que esta acción política tenga lugar, es necesario que los intermediados la demanden uniéndose en la toma conciencia:

“¡Intermediados de todo el mundo, uníos!”